Maccesible

 

¿Cómo me lo monto?

Alberto Molinos Cervera molinos@jazzfree.com

Dedicatoria

A mi esposa, mi hermana y mi cuñada, que son mis mejores adaptaciones.

A Valeriano E. Septién López por su empeño en hacer programas accesibles.

A Montserrat Veyrat Rigat por la corrección del texto.

A Fran Iglesias por tener la idea de crear Maccesible.

A María de la Soledad Mochales López por su apoyo.

A todas las personas citadas en este texto ya que su ayuda ha sido importante para mí.

Mi primera adaptación: el CloseView

En junio de 1988 me compré mi primer Mac, era un plus con disco duro externo no SCSI de 20 MB junto con una impresora ImageWriter II, en aquella época la versión del sistema operativo era la 5.0.X y la única adaptación que incluía era el panel de control Acceso Fácil, pensado para permitir el uso del Macintosh a personas con capacidad de usar, incluso con dificultad, una sola mano. por entonces, aunque tenía una visión muy disminuida, podía usar el Mac sin ayuda de ninguna adaptación.

Al año siguiente me compré la nueva versión del Mac OS, la 6.0.X, y descubrí una auténtica maravilla: el panel de control CloseView. Seguía sin hacerme falta pero el hecho de que me permitiera poner el fondo de color negro me evitaba la fatiga ocular cuando estaba sentado varias horas ante el ordenador. Lo que no me gustaba era el rectángulo blanco que salía en la pantalla indicando el área ampliable.

¿Por qué es una maravilla el CloseView? La respuesta es clara y precisa: por todo. Es potente, permite hasta 16 aumentos e invierte los colores del fondo y el texto; es muy sencillo de usar, sólo tenemos que imaginar que el ratón es el mango de una lupa a través de la que miramos la pantalla, por si fuera poco todas sus funciones excepto la del intercambio de colores tienen una combinación de teclas para manejarlas; es gratuito y fue pionero, no sólo para Mac sino también para pC (los magnificadores para PC no se podían comparar, eran complicados de usar, lentos, caros y daban una calidad de imagen muy baja); y, por último, prácticamente no afectaba a la velocidad del sistema ni presentaba incompatibilidades con otros programas.

El 30 de diciembre de 1991 mis problemas de visión empezaron a agravarse: una serie de desprendimientos de retina y unas cataratas hicieron que mi agudeza visual fuera muy baja. Además, necesitaba un fuerte contraste entre el fondo y el motivo de la imagen para poder verlo. Fue entonces cuando empecé a necesitar el CloseView. Tras un período de algunos meses en los que tuve varios ingresos hospitalarios y, posteriormente, un adiestramiento y modificación de diversas tareas de la vida diaria, volví a utilizar el Mac.

En mi quehacer habitual con el Mac me vi en la necesidad de realizar varios cambios, el primero y fundamental fue que necesitaba el CloseView para usar el Macintosh; ya no podía manejar juegos, ya que suelen usar toda la pantalla y no te permiten centrarte sólo en una zona, encima el ritmo suele ser muy rápido como para hacer barridos de la pantalla; los programas de dibujo se complicaban bastante. De todas formas, como con un plus tampoco se podía usar color era factible trabajar con ellos en blanco y negro y en cuanto al vídeo nunca lo he usado pues a la dificultad de distinguir los colores se unía la limitada capacidad del equipo. En resumen el uso más frecuente del Mac era el tratamiento de texto, el cálculo numérico con hojas de trabajo y el manejo de bases de datos. Con el paso de los años yo notaba una pérdida paulatina de visión, no tanto en la cantidad de aumentos como en el contraste necesario. Esta circunstancia, unida al hecho de que para el uso poco exigente que hacía del Mac tenía suficiente con el plus, hicieron que fuese atrasando la compra de un equipo nuevo, hasta que en octubre de 1996 me decidí a comprarme un nuevo equipo, llevaba más de un año con bastante estabilidad en la visión y por otra parte tenía una necesidad que podía cubrir el Mac con un escáner y un programa de O.C.R., tal era la lectura. El nuevo ordenador era un performa 6400/200 con monitor de 17", un escáner y el programa Omnipage pro 6.0.

Lógicamente, lo primero que hice fue instalar y activar el CloseView; lo segundo fue ajustar el monitor en blanco y negro y a 832X624 puntos de resolución. El color me costaba mucho trabajo verlo y tenía que poner el fondo en negro por lo que los colores no eran reales. por si fuera poco con 1 MB de VRAM tenía con frecuencia problemas de falta de memoria, así que decidí usar solo blanco y negro; la alta resolución me venía bien para hacer que la ventana fuese mayor que con resoluciones bajas y así evitar algún desplazamiento de ésta.

Este proceso que parece sencillo (y de hecho lo es), se complicó por varias causas: la primera fue que la carpeta Acceso Universal no se encontraba en el CD-ROM del Sistema, una llamada a ApleCERCA bastó para que me lo enviaran por correo; posteriormente el problema era que no se activaba el CloseView debido a la cantidad de colores y a la resolución, hubo que bajar el número de colores para poder mantener la resolución, teniendo en cuenta que los cambios en la memoria no tenían efecto hasta que se reiniciase el Mac. para todo ello tuve que contar con la ayuda de una persona, en este caso, mi mujer, que es la que me suele resolver mis problemas de accesibilidad con el Mac.

Desde el principio surgió un pequeño problema que era, más bien, una incomodidad, consistía en que si arrancaba el Mac con el CloseView activado, al apagar, si no lo desactivaba, el ordenador no llegaba a apagarse del todo quedando la pantalla en negro, con el CloseView desactivado y la imagen en blanco muy tenue. La solución era desactivarlo antes de apagar y activarlo al encender. Todas estas operaciones se pueden hacer con el teclado por lo que el uso del Mac era totalmente autónomo para mí. Tenía mi nuevo Mac a punto para utilizarlo con una tarea muy reconfortante para mí: la lectura rápida e independiente. por otra parte, ya empezaba a darle vueltas al uso de un nuevo ente tan enigmático como atrayente: Internet.

El Braille Hablado: un complemento omnipresente

A mí siempre me había gustado la lectura pero desde mis problemas de visión esta afición se complicó, al menos en la lectura de libros en tinta, sin embargo podía escuchar libros grabados o leerlos en sistema Braille. para leer en tinta necesitaba un aparato llamado lupa-televisión que consiste en una bandeja sobre la cual y a unos 25 cm. de altura hay un conjunto de monitor y cámara de televisión en circuito cerrado, en blanco y negro o color, que alcanza hasta 45 aumentos y permite intercambiar el color del fondo y el motivo de la imagen. Un aparato así me obligaba a leer en un lugar determinado: se acabó el poder leer fuera de casa. Otro problema grave era la velocidad de lectura que me permitía sólo entre 60 y 80 palabras por minuto.

Con el escáner y el Omnipage podía leer cualquier texto que el programa fuese capaz de reconocer. De todas formas, en un principio, leer con este sistema era igual de pesado y lento que con la lupa- televisión, pues tenía que leer el texto de un monitor, aquí entró en juego un nuevo aparato que iba a ser el que aceleraría la lectura hasta velocidades normales: el Braille Hablado. El Braille Hablado es un procesador de textos con salida mediante síntesis de voz del tamaño de una mano extendida. Tiene una capacidad de 640 KB y los textos se pueden escribir en ASCII o braille (informáticamente hablando, el braille es un código de representación de caracteres de 6 bits que permite la combinación de varios de éstos para representar un carácter en tinta). El Braille Hablado puede conectarse a un ordenador (Macintosh o pC) a través de su puerto serie, también se puede conectar, a través del mismo puerto, a una impresora (en braille o en tinta). por otra parte, es posible almacenar los textos de su memoria en disquetes usando una unidad de discos externa de 3,5" y 1,44 MB de capacidad. Una característica muy interesante es su portabilidad gracias a su pequeño tamaño y a su alimentación mediante baterías recargables de unas ocho horas de duración.

El proceso de lectura consistía, pues, en lo siguiente: reconocimiento del texto y grabación del fichero en formato Text en un disquete, carga del fichero en el Braille Hablado y lectura propiamente dicha por medio de la síntesis de voz. Este proceso, que puede parecer lento, es considerablemente más rápido que la lectura directa del texto en la lupa-televisión (la ganancia relativa de velocidad es tanto mayor cuanto más largo sea el texto). Además, otra ventaja es la posibilidad de procesar los archivos obtenidos. Hay un pequeño problema ya que las tablas ASCII no son iguales y, por tanto, los acentos y otros caracteres no coinciden en ambos aparatos, esto se soluciona con la función buscar y reemplazar de un procesador de textos o del Braille Hablado (en modelos antiguos esto se hace usando macros, como es mi caso).

Otro uso fundamental que tiene el Braille Hablado es la lectura del correo electrónico. El correo electrónico se recibe siempre en formato Text, incluso aunque el cuerpo contenga código HTML. En el caso del Netscape Navigator el contenido de cada carpeta de correo se pone en un archivo dentro de la carpeta preferencias (Carpeta del Sistema:preferencias:Netscape:Correo). Lo único que tengo que hacer es copiar el fichero correspondiente a la carpeta de entrada (Inbox) en un disquete y de ahí cargarlo en el Braille Hablado. para su lectura se usan los comandos habituales del Braille Hablado. Uno especialmente útil es el de buscar, ya que si busca la palabra "Subject:" puedo saltar de mensaje en mensaje sin tener que leer el cuerpo, esta búsqueda se puede automatizar en una macro que nos evita escribir cada vez la palabra. para no tener que leer el resto de la cabecera se usa el comando "Leer párrafo siguiente", que salta hasta la primera línea en blanco que exista (el principio del cuerpo del mensaje, excepto en mensajes en formato HTML en los que hay que avanzar un poco más).

Un inconveniente de esta técnica es que en los códigos MIME que puedan existir no lee el carácter que representan sino el propio código, ya que realmente eso es lo que contiene el fichero, lo más molesto son las cadenas de caracteres representados en MIME (como por ejemplo las líneas de iguales en las que el Braille Hablado dice 3D por cada signo igual); de todas formas esto se puede solucionar con la función buscar y reemplazar del Braille Hablado (o unas macros en los modelos antiguos) antes de empezar a leer. Otro problema, más grave, de la búsqueda del asunto es que se saltan los mensajes que no tengan este campo. El resto de las funciones del correo electrónico (contestar, reenviar, borrar, etc. mensajes) se usan con normalidad en el Netscape. Esta técnica para leer el correo puede usarse con cualquier programa que ponga cada carpeta en un fichero ya que así podemos cargar fácilmente el correo nuevo.

Si no queremos o no podemos usar un disquete para transferir los archivos, podemos hacerlo a través del puerto serie con uno de estos dos protocolos: Text o XModem, utilizando para ello cualquier programa que los soporte. Yo lo hago con el módulo de comunicaciones de ClarisWorks con la siguiente configuración:

Ajustes de conexión (para ambos protocolos): método Serial tool, velocidad 38.400 baudios, paridad ninguna, longitud de datos 8 bits, 1 bit de parada y handshake ninguno. La velocidad es la máxima que soporta el Braille Hablado. Transferencia de archivos Text: protocolo Text tool, tiempos de espera 0, finalizar las líneas con Retornos de Carro y no cortar las líneas.

Transferencia de archivos XModem: protocolo XModem tool, método XModem Text, opciones de transferencia estándard y no usar el nombre del fichero enviado. El protocolo Aple XModem tool no funciona con el Braille Hablado ya que corta la comunicación. La conexión de ambas máquinas era, al principio, engorrosa, necesitaba un cable de Mac a módem, un adaptador módem nulo, un adaptador DB-25 hembra-hembra y el cable serie del Braille Hablado (incluido con este aparato); posteriormente, con un cable hecho a medida se simplificó la comunicación.

El vCD: adaptaciones parciales

En diciembre de 1997 un mensaje enviado por Josep Lluís Martínez Benlliure a la Lista de Soluciones de Planeta Mac, que era la traducción de otro porveniente de la EvangeList, me puso tras la pista de unas adaptaciones del Mac para personas con discapacidad comercializadas por Dairnac Home Automation, Ltd. Me puse en contacto con ellos y me mandaron un CD-ROM, el vCD, con programas shareware y demos. Entre ellos había cosas muy interesantes como un magnificador de pantalla llamado inLARGE, un magnificador de puntero, Biggy, y un lector de menús y cuadros de alerta, Audio Interface, además de otros programas. Instalé el Audio Interface que me leía los nombres de los menús y sus opciones al pasar el puntero por encima. No era capaz de leer el contenido del menú Aple ni los ítems con submenús, pero era una ayuda para mi fatigada vista, también anunciaba el texto de los cuadros de alerta y de diálogo más sencillos.

También instalé una extensión, el Red Arrow, que ampliaba el puntero cuando tenía la forma de flecha, el resto de las formas no las ampliaba.

Probé el lector de pantalla outSPOKEN pero aquella versión era muy pobre y no pasaba de gestionar bien los menús y leer los textos de las ventanas, todo ello con la voz Junior incorporada en el programa sin posibilidad de cambiarla. Otra prueba que hice fue la del Biggy, un magnífico programa de ampliación de puntero pero que lamentablemente tenía incompatibilidades con el CloseView.

Un programa, a priori, interesante era el Speak2Me que leía el nombre de los iconos pero no funcionaba con el Mac OS 8. También se hallaban en el CD-ROM otros programas de adaptación para otro tipo de minusvalías.

Automátización de tareas: algo más que ahorrar tiempo

El trabajo que realiza un minusválido con un ordenador es, a priori, más lento que el que hace una persona sin discapacidad, por ello el uso de macros da un rendimiento comparativo más alto en ese tipo de personas; las macros no son una comodidad sino una necesidad.

Los programas que utilizo para tal fin son AppleScript y KeyQuencer Lite. Del primero, mis conocimientos son prácticamente nulos y la forma de hacer las macros es usando el método de la grabación. El KeyQuencer Lite no dispone de este método para hacer macros pero, en cambio, es más sencillo porque no tiene un diccionario por cada aplicación sino que el conjunto de instrucciones es válido para cualquier programa, sea o no scriptable.

Una característica muy interesante para mí del KeyQuencer Lite es la posibilidad de lanzar las macros con una combinación de teclas. El ApleScript es, en cambio, más fácil de usar con un ratón ya que coloca cada macro en un archivo y el conjunto de éstos puede estar en una carpeta en el menú Aple (es posible hacer algo parecido con el KeyQuencer Lite pero no es tan inmediato como con el ApleScript).

El KeyQuencer Lite permite sustituir el ratón por el teclado para pulsar botones y seleccionar opciones de los menús. En el primer caso, cada botón lleva asociado un número de orden que el KeyQuencer puede interpretar por lo que con unas cuantas macros, cada una con su correspondiente combinación de teclas, podemos pulsar cualquier botón con el teclado; el segundo caso no creo que sea muy complicado de hacer usando el portapapeles como parámetro del nombre del ítem, pero como munca me ha hecho falta no lo he probado.

Las macros tomaron una gran importancia en los primeros meses de ceguera, sin ellas no hubiese podido usar el ordenador durante un buen tiempo. Además, casualidades de la vida, justo la semana después de acabar un conjunto de macros para gestionar básicamente el correo me vinieron las últimas y definitivas complicaciones visuales.

Primeros pasos en la ceguera: uso muy limitado del Mac

Cuando a principios de junio de 1998 me sobrevino la ceguera, a causa de un desprendimiento de coroides sin posibilidad de curación, las adaptaciones que usaba eran: el CloseView, el Red Arrow, el Audio Interface y las macros; de todas ellas sólo podía seguir usando el Audio Interface y las macros.

La utilización del Mac se restringió drásticamente, sólo podía leer el correo nuevo, escribir mensajes, y leer textos con el escáner y el O.C.R. La forma de hacer todo eso era compleja, lenta y curiosa. Entró en acción un nuevo elemento, para muchos desapercibido e incluso molesto: el ruido del disco duro. Empecé a usar un programa nuevo, el Finderpop que me permitía arrastrar y soltar documentos en las aplicaciones, pero no podía navegar por el disco duro ya que esto se hace mediante submenús que el Audio Interface no soporta.

Empecé a hacer un uso intensivo de las macros, sobre todo para sustituir al ratón. Algunas de las más usadas eran las de KeyQuencer, que permitían pulsar botones mediante el teclado. Se activaban con una combinación de teclas y sólo tenían una instrucción "Button X", siendo X el número de orden de los botones. Esto me obligaba a conocer previamente ese número de orden (lo averiguaba con otra macro pero necesitaba la ayuda de una persona para que me leyera la pantalla). Otras macros que usaba eran para pasar ficheros concretos (correo entrante, libros escaneados, etc.) al disquete para cargarlos en el Braille Hablado. El ruido del disco duro me suministraba información sobre la ejecución de las tareas, por ejemplo si cuando el módem dejaba de hacer ruido el disco duro sonaba eso quería decir que la conexión se había establecido bien, si no sonaba había habido un fallo. Ese ruido también me indicaba con bastante acierto cuándo había acabado de enviar o recoger el correo.

Un gran avance en la adaptación del Mac fue la publicación en Macintec de un artículo de Fran Iglesias en el que hablaba de HearIt. Este panel de control lee el texto seleccionado, incluyendo el nombre de los iconos. Esto, junto con las flechas y el tabulador (que permiten seleccionar iconos en el Mac OS), me permitió un tratamiento aceptable del disco duro: podía abrir ficheros y aplicaciones, imprimir, crear alias, duplicar, aunque lo que no podía era trasladar ítems de sitio (supongo que con un guión del ApleScript se podrá trasladar el ítem seleccionado a un destino indicándole su ruta, pero no llegué a probarlo).

Otra pequeña adaptación era el módulo para la Barra de Control de la colección Jeremy's que asociaba un sonido diferente para el bloqueo y el desbloqueo de la tecla fijamayúsculas. Me permitía saber el estado de la tecla en caso de que la hubiese pulsado accidentalmente. Este módulo me lo facilitó Jorge De Quercus al comentarle mi problema tras un mensaje mío en la Lista de Soluciones de planeta Mac escrito en mayúsculas.

outSPOKEN 8: el gran salto en la accesibilidad del Mac

En Diciembre de 1998 probé el outSPOKEN 8 y eso significó la recuperación de un grado de libertad y autonomía con el Mac muy bueno. Este programa me lee el contenido de la pantalla y me permite manejar el puntero sin usar el ratón. puedo usar los menús, los cuadros de diálogo, los iconos, etc, usando sólo el bloque numérico y teniendo en todo momento información de la pantalla.

No todo es positivo con el outSPOKEN, lo primero que descubrí es que no funciona con las voces españolas del Mac OS (Carlos y Catalina), después me di cuenta de que algunos botones y textos le pasan totalmente desapercibidos. Aparte de las incompatibilidades citadas en el manual existía otra con el cuadro de diálogo de Norton Antivirus 5.0.3 que te pregunta si quieres explorar un archivo ya que el outSPOKEN se queda en suspenso hasta que sales de este cuadro.

El outSPOKEN se complementa muy bien con las Alertas Habladas del Mac OS y con el panel de control HearIt. Las primeras leen, en castellano, automáticamente el texto de los cuadros de alerta con lo que mientras tanto se puede ir situando el puntero en los botones para pulsar el correspondiente, y el segundo permite escuchar fácilmente el nombre de los iconos en castellano.

Las deficiencias del outSPOKEN hacen que necesite una persona cuando me enfrento por primera vez a un programa para asegurarme de que no se salta nada o poner marcas en los sitios que no lee y son de uso frecuente. Esa es una de las dos situaciones en las que necesito la ayuda de alguien, la otra es cuando en Internet me encuentro una página inaccesible por su diseño. Afortunadamente, a principios de mayo de 1999, Valeriano Septién me envió las voces españolas Infovox de la empresa Telia que sí son compatibles con este lector de pantalla aunque el timbre de la voz recuerda a la del Papa.

Al mejorar el control del Mac, el uso de algunas macros ha disminuido así como la atención que le presto a la música del disco duro, de todas formas, gracias a su portabilidad, el Braille Hablado sigue siendo un elemento imprescindible.

Octubre, 1999

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